Marilucha hace un elogio del maquillaje femenino, un poco en la línea romántica de Baudelaire; esto es, acentando la necesidad del maquillaje en el rostro de la mujer. No hay un discurso de género aquí puesto que no encuentra autonomía en la posibilidad del maquillaje. Un desmontaje de este sentido común de las élites criollas y limeñas encuentra un interesante antecedente en esta defensa del maquillaje que hace Marilucha en función de la mirada masculina.