El artículo es un acercamiento a la construcción de la imagen del artista plástico limeño de la década de 1990, influenciado por las transformaciones suscitadas en nuestro país al término de la violencia interna acaecida desde 1980. Diferencia en ese espacio de tiempo dos momentos en las artes plásticas. El primero, de 1992 a 1996, periodo en que el artista local establece una relación consigo mismo, al experimentar como prioridad sus propios gustos y afectos, lo que hizo posible el surgimiento de una estética de la subjetividad. El segundo momento cobra mayor fuerza hacia 1997 con una perspectiva basada en lo que el mundo global ofrece relacionado a la industria cultural, films en multicines, video clips, video juegos, series en televisión, entre otros. En este sentido, plantea la posible existencia de un efecto túnel dentro de la percepción que los jóvenes artistas tienen del mundo que les rodea, es decir, nuestra realidad cultural como un sistema de túneles que atraviesan a diario para llegar a distintos puntos sin reparar en el imaginario popular o la masividad local. Es cuando el hedonismo y el juego cumplen un rol importante, marcando una visible diferencia con los artistas de la década de 1970 y 1980. De igual forma, las artes visuales se ven influenciadas por los referentes tecnológicos para la creación de un yo ficcional.