El texto señala los factores que impidieron el desarrollo sistemático del no-objetualismo en el mercado artístico peruano. Para su estudio, el autor analiza las diferentes propuestas conceptuales, desde su aparición en 1965 hasta mediados de la década de 1980, en tres generaciones de artistas que se suceden una otra. Así mismo su relación con el sistema de las artes en el Perú. Establece tres periodos de no-objetualismo, en los que el desenvolvimiento y la permanencia en el medio artístico local de estas tres generaciones, dependerá de la ideología y el gusto estético de la élite que está en el poder social, económico y político del momento. Entre los principales exponentes del primer periodo (1965 a 1975) destacan: Rafael Hastings y Francisco Mariotti con ambientaciones, objetos residuales convertidos en arte, fotomontajes y exploraciones visuales perceptivas y textuales, entre otras. Se articulan a partir de mirar hacia lo internacional. En el segundo (1975-1980), el autor menciona sólo a Teresa Burga, el grupo Signo x signo y Alfonso Castrillón, estos se articulan a través de la crítica sociológica, lo visual, el referente urbano poblacional y la búsqueda del ícono grupal. En el tercero (1980-1984) el grupo Huayco EPS en Lima; y fuera de Lima, el alemán Helmudt Psotta y los peruanos Raúl Zevallos y Sergio Avellaneda en el grupo Chaclacayo. Según el autor, este último momento radicaliza la articulación anterior y al hacerlo hace posible que algunas tendencias menos radicales del no-objetualismo ingresen al mercado local.