Juan Acha
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Juan Acha (Piura-Perú, 1916-1995) apuntó siempre hacia una integración del arte peruano con lo internacional. Primero, entre 1958 y 1964, a través de una apuesta por el arte moderno y la pintura abstracta. Y luego, en un segundo momento, al cambiar su modernismo estético militante por un credo contemporáneo que ubica su sensibilidad entre el Pop y el conceptualismo, organizaría colectivos de arte próximos a la nueva vanguardia norteamericana y europea. En 1971 Acha se autoexilia en México. En 1978 tiene a su cargo, junto con Mario Pedrosa, la I Bienal Latinoamericana de Sao Paulo, Mitos y Magia, que propone como tema la posibilidad de juntar la producción estética popular, indígena u originaria con el arte contemporáneo. Hacia fines de esta década surge, en América Latina, la Teoría Social del Arte, de la que Acha es uno de sus principales exponentes. Así, propone el término de no objetualismo —que nuestro autor ya había usado antes en México, desde 1973, al referirse a ciertas formas estéticas como la performance, la instalación y la intervención en el espacio público— pero esta vez para elaborar una reconstrucción social de dichas formas estéticas e impulsar, con ello, un nuevo pensamiento crítico para el arte en América Latina. El momento crucial de dicha propuesta es el Primer Encuentro Latinoamericano de Arte No-objetual y Arte Urbano en 1981, en Medellín-Colombia: allí el no objetualismo se propone como categoría estético-artístico asociada al auge del diseño y las nuevas tecnologías en el mundo contemporáneo, al espacio urbano y a un replanteamiento de lo popular. Su primera publicación en México data de 1979, con su libro, “Arte y sociedad. Latinoamérica. Sistema de producción”. Acha apela al flujo que articula un recorrido de la mercancía —en este caso la obra de arte— que atraviesa de manera específica por tres ámbitos de relaciones sociales: la producción (el hacer creativo), la circulación (el intercambio en el mercado del arte) y el consumo (que hace de ésta un espectador cualquiera). Este planteamiento se vino a conocer, en América Latina, bajo el nombre ya citado de Teoría Social del Arte. Más tarde, en 1988, publicará también en México “El consumo artístico y sus efectos”, libro clave para comprender sus concepciones estéticas, ya que el consumo del arte es asumido como un pretexto para introducir los temas de la percepción y la sensibilidad.